miércoles, 20 de octubre de 2010

De sorpresa en sorpresa

Tras duras negociaciones y subir la oferta por el supuesto rescate de Milady Qlix, Cecil volvía a su campamento tal y como había salido de él: solo con Kain, sin Milady Qlix y con un lío monumental en su cabeza. No había conseguido leer el rostro imperturbable de Lady Lebren en ningún momento. No sabía si había conseguido su objetivo de minar la confianza de su alianza con Milady Qlix. La confianza era algo tan vital, tan importante, que si había conseguido hacer una mínima brecha, podría ser suficiente como para decantar el futuro de esa guerra. Por otro lado, hasta sentía no tener una excusa para retirarse. Estaba harto de tanto combate sin sentido, de tanto derramamiento de sangre, de su maldito papel en el mundo en el que le había tocado vivir.
-          ¿Crees que hemos logrado algo?
-          No lo se – Cecil trataba de meditar en la pregunta que Kain le acaba de hacer. Parecía como si fuese capaz de penetrar en el caos de su mente y ver que era exactamente lo que le preocupaba.
-          Puede que simplemente no quieran que veamos que ceden.
-          O puede que el plan no haya dado resultado y volvamos al punto de partida. Casi hasta hubiera preferido que hubiese aceptado y tener una excusa para retirarnos de forma decente.
-          ¿Y tirar todo esto por lo que hemos luchado por la borda? ¿Tanta sangre derramada para renunciar a todo esto?
-          ¿Y que es exactamente por lo que hemos luchado? ¿Poder? ¿Riqueza? ¿Tierras? ¿Realmente vale la pena algo de eso?
-          Cecil… hablas como un desertor o un traidor.
-          Cumpliré con mi deber. Decidiremos el nuevo plan de acción en cuanto tengamos noticias de nuestro servicio de espionaje. Todo dependerá de si han convencido a los enanos para que participen en esta guerra y del resultado que nuestro intento de sembrar discordia tenga. Respecto a lo primero puede que tengamos noticias al llegar al campamento. En cuanto a lo segundo… puede que nunca lo sepamos.
-          Creo que perdimos el tiempo con esta treta.
-          Había que intentarlo Kain. Había que intentarlo.
Cuando quisieron darse cuenta tenían el campamento a menos de cinco minutos de camino. Cecil desconectó de la conversación y observo atentamente. Algo había que no le gustaba. Un nuevo destacamento se había plantado frente al campamento.
-          Vaya, vaya, vaya. Parece que los lamentables despojos humanos vuelven. – dijo el que parecía el jefe
-          Estúpidas criaturas. No sabéis con quien os la veis.
-          Si Cecil. Soy el general Vortek y vengo a remplazarte.
Tan rápido. Tan directo. Tan fulminante. Cecil sintió un frío escalofrío recorrerle su cuerpo a la velocidad del sonido, aunque nadie pareció percatarlo. El terrible orco verde le había desestabilizado.
-          Aquí estan mis ordenes. Según parece, te has vuelto blando. Sabemos que has tratado de llegar a un acuerdo con el enemigo, cuando no debíamos tener piedad para nadie.
-          Creo que subestimas el poder de la inteligencia sobre la fuerza. La situación ha cambiado
-          ¿Debido a ese caballero oscuro? Vaya, pareces sorprendido. Pues si, estoy informado de todos los pormenores. Se que te has encontrado con ese viejo conocido. Se que ha puesto esto patas arriba. Se que un solo hombre te ha desestabilizado mas que todos los ejércitos a los que te has enfrentado. Has servido bien, Cecil, pero ese caballero parece nublar tu juicio. ¿Nada respondes? Bien, lee las órdenes. Tu y Kain volvéis a la capital, donde se os licenciará y se os darán nuevas órdenes.
-          De todos los peligros, el mayor es subestimar al enemigo…
-          No seas absurdo. Le superamos en fuerza y número.
-          Y ellos os superan en astucia. El más astuto vence siempre al más fuerte.
-          ¡Les aplastaremos sin piedad y toda resistencia será borrada hasta del recuerdo! ¿De que te han servido tus frases y tu filosofía? Solo mencionar un nombre y tiemblas como una niña. Les aniquilaremos y sin necesidad de vuestra ayuda, ¡infectos humanos!
-          Buena suerte. La necesitareis.

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