martes, 5 de octubre de 2010

Lo que el bosque ocultaba

Cecil y Kain avanzaban despacio pero sin pausa a través del bosque. Jamás habrían podido saber que en la lejanía, Sir Draven les había podido ver. Pero Cecil era un hombre que siempre redoblaba sus precauciones. Tras recibir las noticias de que el caballero oscuro se dirigía al puerto de Korah-Kirk para volver a su tierra, resolvió reunir a su alto mando y decidir un nuevo plan de estrategia. Era bastante evidente que el caballero oscuro trataría de meter a los enanos en esta guerra. Su cabeza aun seguía luchando entre lo que debía hacer y lo que quería hacer. Llevaba demasiados años derramando sangre y cada vez estaba más harto. Pero no podía cambiar su destino. Había nacido con la marca de la oscuridad, y no podía desafiar a su señor.
Kain interrumpió toda la maraña de pensamientos que inundaba la mente de Cecil:
-          ¿Estás seguro de que es una buena idea?
-          Calla. Los árboles podrían oírte.
-          ¿No me digas que aun crees en esos cuentos de viejas que aseguraban que los árboles pueden hablar y oír?
-          Kain, tras ver todo lo que he visto, puedo creer en cualquier cosa. Los árboles que susurran por la tarde…
-          Solo es una canción absurda, Cecil.
-          Cualquier precaución es poca. No es solo la posibilidad de que los árboles puedan oírnos. Podría haber cualquiera oculto entre tanta maleza.
-          No tendrás miedo a que nos ataquen.
-          No seas absurdo, Kain. Pero si alguien descubre nuestras verdaderas intenciones… ¿Cuándo entenderás que la información es poder? El conocimiento, la sabiduría es el mayor don que alguien pueda tener. Pero la gente normal no lo entiende y prefiere acumular cosas perecederas como la riqueza…
-          ¿No es lo que hacemos nosotros?
-          Este es un triste oficio, Kain… ¿Nunca has soñado con poder cambiar tu destino, cambiar tu estrella? A veces odio mi vida… No me gusta tener que vivir de mi espada, quitar la vida no es algo agradable. Pero además, en virtud de mi cargo, no puedo dar muestras de debilidad o si no… ¡que diablos! Dejemos el tema en paz.
-          De acuerdo, Cecil. Pero sigo sin ver claro este plan para intentar dividir a nuestros adversarios.
-          Yo tampoco, pero es lo mejor que podemos hacer. No podemos ir a tratar de engañar a los enanos, ya que jamás nos harían caso. Y de ponerse en contra nuestra estaríamos perdidos. Es mejor que sigan por otro lado. A Lady Lebren la podemos hablar, pero conoce demasiado al caballero oscuro como para dudar de el. Así que hemos de aprovechar el eslabón más débil de su alianza. Y esta es Milady Qlix, hasta hace nada aliada nuestra.
-          Pero ofrecer un millón en oro y retirarnos me parece desproporcionado…
-          Eso es lo de menos Kain. Incluso aunque no acepten nuestra oferta, si sembramos la duda, la desconfianza haremos mucho. Ya ha ocurrido antes, y si no me remito a los libros de Historia. La confianza es algo tan valioso que por arrebatarla, ese millón que tanto valoras es pura calderilla.
-          ¿Crees entonces que tu plan tendrá resultado?
-          No lo se, Kain. Y francamente, casi ni me importa. He llegado a un punto en mi vida que ya poco me importa. Cumplo mi deber hacia nuestro señor y poco más. A veces desearía que mi vida fuese otra, que hubiese tenido otro destino. Pero no he tenido el valor necesario para cambiar mi estrella…
-          Ya llegamos. – interrumpió Kain – veremos como termina esto…

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