viernes, 1 de octubre de 2010

Sir Draven

Sir Draven era de los pocos en el ejercito de los dragones dirigido por Lady Lebren con título de Sir. Y eso no era lo más extraño. Era de los pocos humanos que se había ganado la confianza de los enanos. Y no solo de los enanos, sino de muchas otras criaturas que generalmente desconfiaban de la raza humana.
En cuanto le llegaron las ordenes, fue a su tienda en busca de su equipo. Un hermoso casco que cubría su cabello negro como el carbón, decorado con el dibujo de un dragón rojo. Una daga que se colgó. Y, por supuesto, su arma preferida, el arco. La mayoría de los dragones eran entrenados a ser expertos en el manejo de la lanza. Sin embargo, Sir Draven había mostrado desde su precoz niñez una habilidad innata en el manejo del arco. Por supuesto, había recibido un adiestramiento completo y podía manejar casi cualquier arma, pero su arco era especial.
Sir Draven puso rumbo en solitario hacía los dominios enanos. No era la primera vez que iba solo hasta allí, pero si la primera desde que Cecil se había hecho con la supremacía en ese territorio, por lo que debía triplicar las precauciones. ¿Por qué Cecil habría venido a esas tierras? A decir verdad, iba con bastante expectativa. Había oído hablar algo del enigmático caballero oscuro. Lady Lebren había hablado alguna vez sobre él, en un tono mezcla de admiración, respeto y embelesamiento. Sabía que habían sido compañeros de guerra hacía años, en los reinos del Norte, cuando Lebren era una de las mas terribles valkirias del mundo. Desde entonces, Lebren le tenía entre sus protegidos. "Si le tocas, te toco" solía decir a sus enemigos, con ese tono tan claramente amenazador.
Sir Draven avanzaba cada vez más lentamente. Procuraba no hacer ningún ruido, mantener sus cinco sentidos alerta. Tanta tranquilidad le tenía confuso. Ante cualquier cosa se agazapaba entre los matorrales y montaba su arco, como si esperase encontrarse de repente una horda terrible de orcos. Pero lo extraño es que no era así. Tanta tranquilidad le tenía totalmente inquieto.
De repente, vio algo que le llamó la atención. Dos figuras en la lejanía que avanzaban lentamente. Demasiados pocos para una patrulla. Se agazapo entre los matorrales y se aproximo lo suficiente como para ver sin ser visto. En seguido pudo distinguir que las siluetas no correspondían a criaturas monstruosas, como esperaba, sino a simples humanos. Acercándose un poco más pudo distinguir perfectamente los uniformes y casi las facciones. No había duda, era Cecil con su ayuda de campo, Kain.
Pero lo mas extraño no era ver a estos do hombres, sino ver que enarbolaban la bandera blanca de parlamento. Trataba de acercarse más, para tratar de captar alguna conversación y averiguar así sus intenciones, pero era demasiado arriesgado. Además, aún tenía que ir a ver al rey Gilliot en busca del caballero oscuro. Esperó un poco más. Pudo ver como los dos hombres se dirigían hacía el campamento de Tir-Quanor. Sir Draven dudo por un instante. ¿Debía continuar con su misión? ¿O era mejor avisar a Lady Lebren de la presencia de Cecil? Su cabeza se debatía entre las dos opciones, tratando de analizar sus opciones, sus pros, sus contras, ver que era lo mejor.
Finalmente decidió dirigirse hacía los túneles del reino de los enanos. Al fin y al cabo, los dos hombres avanzaban demasiado despacio como para poder sorprender a la guardia de Tir-Quanor. Y además, llevaban bandera de parlamento. Y no eran más que dos. Por otro lado, Lady Lebren difícilmente perdonaría que hubiese descuidado su misión. Así que retrocedió lentamente, confundiéndose entre los matorrales hasta que las dos siluetas humanas quedaron demasiado lejos como para poder distinguirlas.
Siguió su camino hasta los túneles que delimitaban el reino de los enanos. Instintivamente, volvió a mirar detrás suya antes de entrar. Avanzó entre los túneles, hasta encontrar la aterradora figura de Garlick con su hacha. Suspiro profundamente antes de elegir uno de los dos túneles. Sabía perfectamente el camino. Pero conocía bien al rey Gilliot y que no era alguien fácil de convencer. La raza humana había hecho tanto mal, que ya no se fiaba de casi ningún humano. Sir Draven atravesó el túnel, sin saber muy bien que encontraría al otro lado...

3 comentarios:

Valier dijo...

Aqui finaliza el traslado... lo siguiente esra material nuevo que aun no tengo ni idea de como sera... se aceptan sugerencias!!!

Raquel dijo...

Vengaaaa, que seguro que algo tienes ya en mente!!! Por cierto, me mola el carnerito de mascota!!!

Valier dijo...

Mire q le dije al Pedro q t lo ensease... lo propuse como mascota oficial de los legio, pero no parece q la enmienda vaya a salir...

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