jueves, 30 de septiembre de 2010

Entrevista real

En medio de esa difícil situación había que reaccionar rápido. El caballero tardó medio segundo en pensar lo correcto y no dudó un instante:
 - ¡Soltar las armas! - gritó, a la vez que tiraba sus armas al suelo, lo más lejos posible de su alcance.
Sus compañeros no terminaron de comprender, pero hicieron lo mismo, confiando en que sería lo mejor.
Los soldados que habían preparado la emboscada bajaron a su altura. El que parecía el jefe los miró con indiferencia y sin articular una sola palabra, indicó a sus hombres que llevasen a los intrusos a la presencia del rey Gilliot.
 - ¿¿¿HUMANOS??? - Bufó el rey al verles - criaturas abominables que se creen los señores de la tierra y que no hacen más que conducirla a la destrucción. ¿Qué hacen aquí? ¿Y por qué no los habéis matado? Sabéis que has traído la guerra y la muerte a estos lugares.
 - Señor, se han rendido sin oponer resistencia - dijo el jefe de la escolta - Tiraron sus armas al vernos, sin ni siquiera luchar.
 - ¿Y que habéis venido a hacer a mis tierras? Un momento, sus caras me suenan. ¿Ese no es Vernon, una de las mejores espadas de la superficie?
 - Sí, majestad - contestó Vernon.
 - ¿Y ese no es el terrible caballero oscuro?
 - Así me llaman, majestad.
 - ¿Y se puede saber por que demonios estáis en mis dominios? - grito el rey Gilliot con evidente enfado.
 - Señor - Susan se adelantó a hablar - hemos venido a estas tierras buscando el ESNA, para mi padre, que se encuentra muy enfermo.
 - ¡¡¡Nosotros no tenemos ESNA!!!
 - ...y tras conseguirlo hace unos días nos encontrábamos para regresar a casa cuando nos encontramos la ciudad llena de soldados.
 - ¡Absurdo! - bramó el rey - Si tanto necesitabais el ESNA, el caballero oscuro - dijo señalándole - tiene suficientes conocimientos de magia para teletransportarte con el ESNA a tu hogar. O, al menos, hasta la frontera.
 - Eso es cierto - murmuró Azriel recordando el papel que le dio tras el incidente con Syldra.

Mientras tanto, en la superficie las cosas no iban mucho mejor. En Tir-Quanor, la vampiresa había recibido un trato poco agradable. Había avanzado despacio, sigilosa, oculta entre las sombras hacía la ciudad vieja, tal y como Vernon había dicho. Pero Apenas puso el pie dentro, se vio reducida por demasiaos enemigos. Haciendo un desesperado esfuerzo por defenderse, mandó a tierra a tres o cuatro soldados, los cuales difícilmente volverían a levantarse jamás. Pero eran demasiados. Incluso para su descomunal fuerza sobrehumana.
La encadenaron fuertemente y la llevaron orgullosos ante su líder. La taparon para que no le diese el sol, ya que la preferían viva por si pudieran sonsacarle algo de información.
- ¡JEFA! ¡JEFA! Gritó el líder de la escolta. Hemos capturado a una espía de Cecil.
Una mujer de unos 35 años de edad, pelirroja, alta, algo gruesa, ataviada con una gruesa armadura roja se acercó. En otras circunstancias hubiera parecido una mujer tremendamente hermosa y atractiva. Sin embargo, su aspecto era terriblemente aterrador, como si fuese una furiosa diosa de la guerra.
- ¡Bravo, mis valientes dragones! Le daremos lecciones a ese bastardo de Cecil, de que no puede ir por ahí pisoteando a quien le de la gana. Puede que su ejército sea mayor que el nuestro, pero pronto se reunirá con sus antepasados. - dijo, terminando con una risa bastante macarra, que varios de sus soldados secundaron.
- Bien - dijo al cabo de unos minutos - ¡pero si es la lugarteniente de Cecil, su aliada de la noche, su sirviente alada, Milady Qlix! ¡Magnífica prisionera! Seguramente perderías algunos hombres tratando de reducirla, ¿no?
- Cuatro hombres que habremos de enterrar esta noche - dijo, descubriéndose
- Lástima, lástima. Inconvenientes de la guerra, por desgracia. Sería perfecto vivir en un mundo en paz, pero una maldita utopía. Si vis pacem, para bellum; que decían los antiguos. - Hizo una pausa, como si necesitase aclarar sus ideas - Los humanos somos así, malos por naturaleza: malos, codiciosos, envidiosos, viles, falsos, mentirosos, hipócritas, traidores... Este mundo estaría mejor sin nosotros... - hizo una nueva pausa y miró a la prisionera - Bien, podéis quitarle la mordaza. ¿Por qué te manda Cecil a ti, querida? - dijo en un tono lleno de sarcasmo.
- Cecil me ha traicionado. Ha roto nuestro acuerdo. Ya no trabajo para él. Tengo nuevos amigos.
- Amigos, ¿vos? Permitidme que lo dude. Como mucho, algún aliado nuevo. ¿Así que Cecil te ha abandonado? Puede que sea cierto y por eso ahora busques nuestra ayuda. O puede que sea tan solo una cantinela para ganarte nuestra confianza y traicionarnos finalmente. ¿Qué importa? Has causado tanto daño a esta tierra que mereces la muerte. Pero no te mataremos nosotros. Lo hará ese sol que tanto temes. ¡Destapadla!
- ¡NO! ¡Os juro que no miento! ¡Me ha enviado el caballero oscuro! ¡Está aquí, junto con su amigo Vernos y otros tres cuyo nombre no recuerdo.
- ¡Esperad! - ordenó la jefa - ¿El caballero oscuro aquí? ¿Por qué habríamos de creerte? ¿Y por qué no ha venido él en persona?
- Ha ido a los túneles en busca de los enanos, a solicitar su ayuda para poder derrotar a Cecil. Me dio algo para vos, para que vieseis que realmente vengo de su parte, pero tus hombres cayeron sobre mí antes de que pudiese mostrarlo. ¡Soltadme un instante y os lo enseñaré!
- ¿Me tomas por estúpida? Dime que es y donde lo llevas.
- Un medallón y una carta que llevo bajo la blusa.
- ¡Tú! - dijo la jefa señalando a uno de sus soldados. -¡Quítaselo y tráemelo!... Vaya, vaya, vaya - dijo examinando atentamente aquel medallón - parece que por una vez en la vida decíais la verdad. Pero deberíamos bajar a los subterráneos para ir en busca de nuestros queridos amigos, antes de alcanzar ningún acuerdo. Hasta que hablemos con el caballero oscuro o con Vernon, seréis mi prisionera. ¡Lleváosla! Pero tratadla bien. Mandad a Sir Draven a ir a por el caballero oscuro. Conoce a los enanos y no desconfiaran de él.

0 comentarios:

Publicar un comentario